Inversiones espirituales
Abstract
El objetivo del presente artículo es analizar el ritual principal de una Iglesia Cristiana Pentecostal latinoamericana, llamada Iglesia Cristiana Capital, como una experiencia consumible, disponiendo a su vez al templo, en sí mismo, como un espacio de consumo. En América Latina, las iglesias cristianas son lugares de consumo. Sin embargo, la errada concepción de igualar los conceptos de consumo y consumismo ha hecho que tanto la feligresía como la institución misma intenten distanciarse por completo de este acto; de hecho, el episodio de Jesús expulsando los comerciantes del templo (Mt 21: 12–16), ha hecho que el enlace entre estas dos dimensiones de la interacción social (lugar sagrado y consumo) limite con la blasfemia y la herejía. En Colombia, desde 1991, la cifra de templos pentecostales ascendió a 6347 de acuerdo con el reporte del Ministerio del Interior Nacional. Se debe decir que gran parte de estas congregaciones no solamente restringen su actividad a la repetición de un acto divino que merece ser conmemorado en forma de acto ritual, sino que también han generado todo un sistema experiencial por el que transfieren y consolidan conocimientos, resaltando así las bases de su fe. Para muchos feligreses estos servicios son vistos como “inversiones espirituales”; productos para acceder a formas más sofisticadas de autorrealización, ayuda a la comunidad y, por supuesto, experiencias litúrgicas. En este sentido, se abordará el templo cristiano pentecostal como un espacio donde el consumo puede coexistir con lo sagrado a través de su ritual y también permite que todo lo sacro conserve su carácter divino y metafísico para que la feligresía siga viendo en ellos los repositorios religiosos de su cotidianidad.